La
disciplina es importante ya que es uno de los aspectos fundamentales para que
el niño se convierta en una persona sociable, autónoma y tolerante; les ayuda a
los niños a convivir, a respetar los derechos de los demás, reconocer que tienen
sus propios derechos, y a su vez también que tienen deberes.
Se
vuelve una herramienta importante al ser una manera efectiva de enseñar
conductas y hábitos que se consideren correctos; maneras acertadas de expresar
sentimientos; modos adecuados de jugar y compartir; valores familiares y
sociales; seguridad para el niño, para otras personas y cosas.
Además
es importante reconocer que la disciplina es un proceso continuo, que debe
comenzar temprano en la vida del niño, adaptándose a su edad y personalidad.
Cada niño es único, es importante
comprender el momento por el que está pasando, si necesita de más suavidad o
firmeza o si requiere reglas y hábitos más acordes a sus recién adquiridas
destrezas.
La
disciplina, en principio, debe ajustarse a la edad del niño. Saber lo que
puede lograr y lo que no. Evitar exigirle algo para lo que no está preparado.
Si
se observa y conoce el proceso natural del niño, será más sencillo indicar los
límites; el detener una conducta negativa en forma inmediata y sustituirla por
una adecuada; explicarle cómo afecta su comportamiento a otros y a él mismo,
haciendo así que el niño se sienta cada vez más seguro y capaz en tomar sus
propias decisiones y poder convivir en armonía con otras personas.
Establecer límites y normas son
fundamentales para los niños y niñas porque:
• Los niños van creando sus propios
referentes y van adquiriendo unas pautas de lo que es y no es válido, lo cual
les ayudará a ir conformando su propia escala de valores.
• Ayudan a lograr una convivencia más
organizada y promueven el sentido del respeto hacia los demás y hacia ellos mismos.
• Preparan a los niños y niñas para la vida
en una sociedad que se rige por restricciones y obligaciones, que deberán
aprender a cumplir, por el bien de todos.
• Ponen restricciones y límites al
comportamiento de los niños y les ayudan a desarrollar, de forma progresiva, la
tolerancia a la frustración, es decir la capacidad para poder asimilar el
sentimiento de frustración que provocará el hecho de que no siempre les salgan
las cosas como les gustaría.
"La primera idea que debe adquirir un niño para ser activamente disciplinado
es la diferencia entre el bien y el mal; y la tarea del maestro consiste en ver que el niño no confunda el bien con la inmovilidad ni el mal con la actividad."
es la diferencia entre el bien y el mal; y la tarea del maestro consiste en ver que el niño no confunda el bien con la inmovilidad ni el mal con la actividad."
-Maria Montessori.
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